El piloto de Austral Líneas Aéreas Gabriel Pindek sobrevolando los terrenos áridos de La Pampa, divisó un llamativo diseño sobre la tierra, una guitarra sembrada, con eucaliptos y cipreses, alrededor de una hacienda ubicada a 17 kilómetros de la localidad General Levalle en la provincia de Córdoba, Argentina.
El origen de esta guitarra arborizada surgió en manos de un hacendado y productor agropecuario llamado Pedro Martín Ureta. Todo surge tras la muerte de su primera esposa Graciela Yraizoz en 1977, a causa de un aneurisma cerebral, cuyo mayor deseo era ver en los predios de su hacienda una arboleda con forma de guitarra, su instrumento favorito y el cual tocaba en su juventud.
Sus cuatro hijos que eran muy chiquitos en ese entonces, no entendían por qué su padre empezaba a plantar árboles sobre su hacienda. Un acto de amor que treinta años después se traduce en una obra ecológica de: 24 hectáreas de superficie, 2.500 metros de largo y 400 metros de ancho, con más de 7.000 ejemplares de cipreses y eucaliptos. La ejecución de la obra fue hecha por el propio Ureta en compañía de su familia y empleados de la hacienda.
Por más que hubo tornados, sequías, invasión de liebres y roedores sobre las plantaciones, nunca se rindió y con base en perseverancia y dedicación, logró retribuir todo el amor que sintió por Graciela, con siete años de matrimonio, en esta colosal obra. Mientras esperaba la gestación de las plantas, Pedro cuidaba a sus cuatro hijos solo y luchó por darles bienestar; hoy en día son profesionales, con hijos y muy orgullosos por el tributo que les rinde a su madre.
El autor de la guitarra arborizada ha visto su obra sólo en fotos y confesó que nunca ha visto desde el aire su creación, porque teme volar.
Probablemente esta obra estaría postulada al Record Guinness, por recomendación de un periodista alemán, para convertirse en el instrumento musical más grande visto desde el aire.
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