El Cerro de Santa Catalina es una preciosa península de 70 000 m2 sobre el Mar Cantábrico, en pleno Gijón. En las faldas del Cerro se halla Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores y zona histórica de la ciudad.
La cima del Cerro es hoy un espléndido mirador, un lugar de encuentro donde se disfruta del paseo y las vistas. En este lugar privilegiado Eduardo Chillida colocó el Elogio del Horizonte, una escultura de hormigón armado de 500 toneladas de peso y 10 metros de altura, se erige sobre dos pilares que sostienen una elipse casi cerrada. Esta se asemeja a unos brazos que simbolizan la unión entre la tierra y el cielo, el insignificante hombre frente al cosmos.
El Elogio del Horizonte es como una nave de aires y mares en la que viajar con la imaginación. Paredes desnudas, frías sólo en apariencia. El cielo es el techo de esta casa común, en cuyo interior la música del viento suena. También es el elogio de la naturaleza, sobre el promontorio donde hace veinte siglos un pueblo echó raíces y escogió los límites de su hogar.
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